A los 13 años de edad, Ana Frank
recibió su diario como un obsequio, comenzando a escribir sus pensamientos más
íntimos y modo de vida. Lo que podría haber sido un diario común, igual que el
de cualquier otra niña, pasó a ser el testimonio de uno de los períodos más
oscuros de la historia.
Naturalmente, se lo lleva al escondite. En la casa de atrás, Ana deja de ser una niña y se convierte en una joven mujer. Reflexiona cada vez más sobre la vida y describe sus ideas en su diario.
En la casa de atrás Ana no hace únicamente apuntes en
su diario. También escribe pequeñas historias y copia en un cuaderno frases
bonitas de otros autores. «Unas semanas atrás me puse a escribir un cuento,
algo que fuera pura fantasía, y me ha dado tanto gusto hacerlo, que mis
creaciones literarias ya se van apilando». Las cartas que Ana Frank
escribe a Kitty, nombre con el cual ha bautizado a su diario, se extienden
con rapidez. Durante su estancia en el escondite, el diario le sirve para
desahogarse.
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