La necesidad de tener
amigas estando aislada del mundo durante años en La Casa de Atrás es natural
viniendo de una niña de trece años, sin embargo, Ana consigue a la amiga más
íntima que alguien podría tener: su propio diario, al cual bautiza como Kitty.
Cuando
pasa a la clandestinidad, Ana decide hacer como si su diario fuese una amiga a
la que llama Kitty, para que le resulte más fácil escribir. Además, confiesa
que "toda esta idea de escribir un diario" nace de la necesidad de
tener una amiga de verdad. "Con las chicas que conozco lo único que puedo
hacer es divertirme y pasarlo bien. Nunca hablamos de otras cosas que no sean
las cotidianas, nunca llegamos a hablar de cosas íntimas. Y ahí está justamente
el quid de la cuestión. Tal vez la falta de confidencialidad sea culpa mía, el
asunto es que las cosas son como son y lamentablemente no se pueden cambiar. De
ahí este diario."
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