Al recuperar el diario de su hija, Otto Frank no tiene las fuerzas aún para leerlo, pero luego de unas semanas empieza a hacerlo, y el diario le resulta apasionante.
Según Otto, al leer el diario conoció a una hija mucho más profunda y reflexiva que la que había conocido.
Él admitió que Ana nunca les leyó en voz alta un episodio de su diario que no se tratase de un cuento humorístico o una breve historia, por lo que para él fue una gran sorpresa descubrir cuántos pensamientos profundos tenía su diario.
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