La
familia Van Pels llega a la casa de atrás una semana después que los Frank. Ana
está contenta de tener más gente con quien hablar. Los Van Pels ocupan la
tercera planta. El cuartito del hijo de los Van Pels, Peter, es descripto en el diario de Ana como “pequeño,
húmedo y frío”. Pasando por ese cuarto, los refugiados acceden al desván, donde
se guardan las provisiones. Ana y Peter se instalan a menudo allí para hablar
sin que los molesten. Los Frank ocupan dos habitaciones de la segunda planta.
Los
escondidos deberán permanecer más de dos años en el refugio, sin poder salir a
la calle y deberán compartir la oscura y húmeda casa de atrás, siempre temerosos
de que los descubran.
El 16 de noviembre de 1942, Fritz Pfeffer se
convierte en el octavo escondido de la casa de atrás. A partir de ese momento,
Ana Frank debe compartir su cuarto con él y Margot pasa a dormir con sus
padres. Ana lo considera al principio un hombre simpático.
Los
escondidos no pueden salir fuera: sería demasiado peligroso. Durante el día,
las cortinas de la casa de atrás deben permanecer echadas, para que no puedan
verlos los vecinos. La única posibilidad de respirar algo de aire puro es a
través del ventanuco del desván. Por las noches, las ventanas sí se dejan a
veces entornadas.
A
veces, los ocupantes del refugio comentan detalladamente sus deseos acerca de
cuando recobren la libertad. Ana los apunta todos: "Lo que más anhelan
Margot y el señor Van Pels es un baño de agua caliente hasta el cogote, durante
por lo menos media hora. La señora Van Pels quisiera irse enseguida a comer
pasteles, Pfeffer en lo único que piensa es en su Charlotte, y mamá en ir a
algún sitio a tomar café. Papá iría a visitar al señor Voskuijl, Peter se iría
al centro y al cine, y yo de tanta gloria no sabría por dónde empezar. Lo que
más anhelo es una casa propia, poder moverme libremente y que alguien me ayude
a hacer los deberes, o sea: ¡volver al colegio!".
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